Por: Jorge Humberto Roa Grimaldos.
Foto: Archivo |
Esto sucedió en la Semana Santa de 1.980. Siendo
yo presidente de la Unión Santandereana de Artesanos, en plan de colmar la
necesidad de organizar ferias
artesanales, se me ocurre la genial idea de organizar una en la temporada de Semana Santa; queriendo
aprovechar el flujo de turistas que por ese entonces de bonanza económica se
veía y por tal razón lo creía
conveniente.
Pero cual seria mi sorpresa, hasta que en el
segundo día del evento, se dio a conocer la incomodidad del señor obispo de ese
tiempo. Me llegan a la casa dos periodistas, por cierto muy de madrugada y me preguntaron, que opinaba
yo con respecto a lo que estaba diciendo el señor obispo. (Sobre las personas
que organizaron la feria artesanal;) mi respuesta fue de inmediato que no sabia
nada; los periodistas de una vez operaron sus grabadoras para que yo pudiera
escuchar la molestia del prelado, y en pocas palabras resumo lo dicho por él:
“Que esa clase de eventos son hechos por personas que solo pretenden distraer a
la feligresía para que no puedan asistir
a los actos que la iglesia programa”.
Como lo
dije anteriormente, en ningún momento fue esa mi intención; por tanto tuve otra brillante idea, buscando solucionar
o reparar la falta cometida, y seguramente demostrar lo contrario.
El día siguiente era domingo de Ramos y anunciamos
a todos los artesanos que estaban exponiendo, que a las 9 am se oficiaría una
misa dentro del evento ferial, para que asistieran; así sucedió. Convencimos a un sacerdote que
nos acompañara. Todo iba saliendo
magnifico.
El evento artesanal lo habíamos organizado en el
“Circo”, en un lugar estratégico para organizar eventos en esas épocas, carrera
22 con calle 39 hoy día instalaciones de Telecom. La organización artesanal acarreo los costos
del acto religioso. Iniciábamos con una taquilla que se empezaba a cobrar desde las
10.00 am pues era orden a los empleados y ellos la tenían que acatar, por que hasta ese momento no se prevería nada que lo
hiciera cambiar.
Pero volvamos a las 9 am. Yo no podía despegarme del sacerdote
para que ni el, ni los demás pensaran
que lo que había dicho el obispo era cierto.
El representante de la iglesia, fue muy bien recibido por varios de los
artesanos que venían de las provincias, entre ellos las señoras que venían del
Valle de Tensa, de Cerinsa, de Raquira
Boyacá, los de la Chamba Tolima, en fin muchos le salían al paso al
padrecito que nos estaba salvando del run rum. Todo estaba tan ameno que ni el
padre ni yo tuvimos cuidado con el tiempo, y este paso con tanta rapidez que no
nos dimos cuenta. La misa empezó a las
11 am y termino a las 12 m. Cuál seria nuestra sorpresa cuando terminamos,
acompañamos al sacerdote hasta la puerta de la entrada de la feria, y al ver
las colas que estaban haciendo las personas al entrar, exclamo - ¿y esas colas… están pagando para entrar? Me volteo a mirar; yo quede pálido y quieto,
le conteste que si, el me dice: es la primera vez que veo una misa con
taquilla, preferí quedarme callado y no decir nada. Creo que con todo esto
tampoco lo supo el señor obispo.